16 julio, 2011

¡El Señor no ha hecho nada imperfecto!

Lo que más disfruto de Coti's es cuando diseño un estilo único que combina exactamente con un atuendo de mis muñecas. 
Debo confesar que no todos han salido bien a la primera, de hecho varios de mis favoritos han sido fruto de pruebas y errores hasta obtener el resultado deseado. Anoche estuve hasta las 2 de la mañana tejiendo y deshaciendo hasta que el ganchito de la nueva falda de Paola quedó como quería, dejando dos versiones no tan perfectas en el camino. Muchos de los que me conocen dirán que soy algo testaruda. Yo diría que persistente. 

Si no fuera testaruda persistente no podría luchar por una hora una vez al mes hasta que el lente de contacto de Melissa queda en su sitio. Le doy gracias al Señor por todas las virtudes y defectos con que me creo, así como por todas las alegrías y pruebas con que me ayuda a crecer. 

Desde niña he tenido una relación especial con Él, y en innumerables ocasiones he escuchado su voz, en las palabras de un amigo, en un podcast católico, en una lectura...      pero nunca tan claro como en los últimos cinco meses.

La primera vez fue cuando tuvimos que tomar la díficil decisión del tratamiento de Melissa. Con dos opiniones distintas en Honduras, la oferta de la familia de ayudarnos a buscar una tercera opinión en el exterior y la avalancha de información en internet, no sabíamos que hacer, y casi a media noche aturdida le dije a Miguel, "Se que no funciona así, pero sería más fácil si pudiera preguntarle a Dios que debo hacer y Él me respondiera con claridad, como si estuvieramos cara a cara." 

Para encontrar un poco de paz abrí la biblia en las lecturas del día siguiente:

Hechos 22,10-13 "Entonces yo pregunté: «¿Qué debo hacer, Señor?» Y el Señor me respondió: «Levántate y vete a Damasco. Allí te hablarán de la misión que te ha sido asignada.» El resplandor de aquella luz me dejó ciego, y entré en Damasco llevado de la mano por mis compañeros. Allí vino a verme un tal Ananías, un hombre muy observante de la Ley y muy estimado por todos los judíos que vivían en Damasco. Me dijo: «Saulo, hermano mío, recobra la vista». Y en el mismo instante pude verle." 

Me eche a reir, le dije a Miguel, talvez estoy predispuesta, pero creo que el Señor nos respondió. 

Nos dormimos y dejamos la decisión en manos de Dios, que Él nos mostrara el camino abriendo y cerrando puertas en la dirección correcta, y fue así como llevamos a Meli al Bascom Palmer en donde todos nos hablaban maravillas de la Dra. que la atendería el 14 de Febrero.  Me pareció como una caricia divina que el único día disponible para la cita fuera el día del amor.

Después de la consulta inicial todo pasó tan rápido, celebramos el día de San Valentín haciendo arreglos para la cirugía de Melissa, que debía ser en dos días, solo Dios podría habernos dado la paz que sentíamos.

El 16 de febrero fue uno de los días más dificiles de mi vida, entregar a mi bebe, de tres meses, a personas extrañas, para que la duerman y la operen, y esperar con un nudo en la garganta en el diminuto cuarto durante dos horas...  
    


Solo la palabra de Dios podría darme paz, así que me dispuse a hacer mi lectura diaria:

Marcos 8:22-25 Cuando llegaron a Betsaida, le trajeron un ciego y le pidieron que lo tocara. Jesús tomó al ciego de la mano y lo llevó fuera del pueblo. Después le mojó los ojos con saliva, le impuso las manos y le preguntó: «¿Ves algo?» El ciego, que empezaba a ver, dijo: «Veo como árboles, pero deben ser gente, porque se mueven.» Jesús le puso nuevamente las manos en los ojos, y el hombre se encontró con buena vista; se recuperó plenamente, y podía ver todo con claridad.

¿Cuales eran las posibilidades de que justo ese día tocara otra lectura de ciegos?  El Señor es tan fiel, me dió tanta paz. El tiempo pasó más rápido y pronto salió mi muñequita del quirofano de una exitosa primera operación. Si, primera; para remover la catarata tuvieron que quitarle el lente que naturalmente tiene el ojo para enfocar, por lo que Melissa ve borroso con ese ojo y tiene que usar un lente de contacto por aproximadamente 15 años hasta que sea operada nuevamente para colocarle un lente intraocular con el que podrá ver con claridad. No, no existen las coincidencias, Dios me habló por segunda vez.

Después de dos semanas fuera de casa regresamos a nuestro hogar con Melissa en recuperación;  Daniel  y Paola nos esperaban, los extrañabamos tanto. 

Poco a poco nos adaptabamos a la nueva rutina, parchando el ojo izquierdo de Melissa para fortalecer el que fue operado, enseñandole a Dani y Pao a que fueran cuidadosos con ella, y regresando a la normalidad. Una noche disfrutabamos de una pajama-sesión de fotos cuando Melissa empezó a llorar de repente y no abría el ojo.
El corazón nos dió un vuelco, rogamos a Dios que no fuera una de las posibles complicaciones de la cirugía: desprendimiento de retina. Se calmó y cuando se durmió, oramos por ella y me acosté sintiendo que no podía más con la carga.

A la mañana siguiente tomé la biblia para hacer mi oración antes de despertar a Melissa:
Marcos 10, 46-52 "Llegaron a Jericó. Al salir Jesús de allí con sus discípulos y con bastante más gente, un limosnero ciego se encontraba a la orilla del camino. Se llamaba Bartimeo (hijo de Timeo). Al enterarse de que era Jesús de Nazaret el que pasaba, empezó a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!» Varias personas trataban de hacerlo callar. Pero él gritaba con más fuerza: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo.» Llamaron, pues, al ciego diciéndole: «Vamos, levántate, que te está llamando.» Y él, arrojando su manto, se puso en pie de un salto y se acercó a Jesús. Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?» El ciego respondió: «Maestro, que vea.» Entonces Jesús le dijo: «Puedes irte; tu fe te ha salvado.» Y al instante pudo ver y siguió a Jesús por el camino."
Siracides 42, 24 "Todas las cosas van de a par, una enfrentando a la otra; el Señor no ha hecho nada imperfecto."

Al terminar vi una pestaña en el cachete de Meli, la causante de las molestias de la noche anterior. Me sentí tan aliviada, tanto alboroto por una pestaña. 

Es un largo camino el que queda por recorrer, se que no será fácil, y que muchas veces tendré miedo de nuevo pero Dios me ha hablado claramente: sus obras, contrario a las mías, nunca son imperfectas, ni quedan incompletas, debemos tener fé.